El duelo es una respuesta emotiva a la pérdida, en la que se experimenta sufrimiento. Para superarlo, es necesario exteriorizar sanamente los sentimientos que genera. Se distinguen en él las siguientes fases:
- Shock, mecanismo que da oportunidad para proteger del dolor psíquico a través de la absorción de la información que lo motiva;
- Negación, periodo de incredulidad después de la pérdida;
- Miedo, temor de enfrentar la realidad sin el ser perdido. En él hay fobias, paranoias y otros desórdenes psíquicos;
- Culpa, sentimiento por el que el doliente se castiga a sí mismo por la pérdida. La mayoría de las culpas son irreales, y si alguna no lo es, el proceso de duelo fomenta la responsabilidad, por la cual el doliente trata de enmendar un error y de perdonarse;
- Rabia, enojo por el que el doliente manifiesta agresividad dirigida contra sí mismo, Dios u otras personas de su entorno;
- Depresión, estado de desesperanza y ansiedad que incluso puede conllevar tendencias suicidas;
- Aceptación, etapa final del duelo en que la alimentación y el sueño se normalizan, el dolor por lo perdido disminuye, lo mismo que su recuerdo;
- Serenidad, fase de tranquilidad y paz interior en que se recuerda y disfruta de la memoria del ser perdido;
- Esperanza, fase en que la persona vuelve a sentir alegría y amor por una vida completa y normal, se siente segura y valiente.